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Sujeto tácito: La veda de nombrar a Eva Perón y su rescate literario en “Esa mujer” de Rodolfo Walsh

15 Jul 2016
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Juan Pablo Neyret

 

Fragmento

Si bien el primer dictador de la autodenominada “Revolución Libertadora” fue el general Eduardo Lonardi, éste fue inmediatamente reemplazado por el mentor de la ruptura del orden constitucional, general Pedro Eugenio Aramburu. Éste ordenó en 1955 el secuestro y ocultamiento del cadáver de la mujer del ex Presidente, Eva Perón, quien había fallecido, víctima del cáncer, el 26 de julio de 1952.

La tarea de desaparecer el cadáver, previamente embalsamado, de Evita le fue encomendada al coronel Carlos Eugenio de Moori Koenig. En la novela Santa Evita de Tomás Eloy Martínez —colega y amigo personal de Rodolfo Walsh— se ponen en boca de Aramburu estas palabras dirigidas a Moori Koenig: “Muerta … esa mujer es todavía más peligrosa que cuando estaba viva. … Desaparézcala … Acábela. Conviértala en una muerta como cualquier otra” (25). En el mismo texto de TEM encontramos, en palabras de otro militar, notoriamente también dirigidas al coronel, la misma voluntad de eliminación: “Que el cuerpo siga sin corromperse todo lo que quiera. Vamos a deshacerle la memoria” (300; énfasis añadido).

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